NEVER CRY
Una lágrima.
Algo tan pequeño, pero tan importante. Algo tan común en nuestras vidas que apenas le damos importancia. No nos damos cuenta de lo que significa, de lo que es. Sólo una gota de agua ¿no?
Pero con esa gota pues decirlo todo sin decir nada. Más que una palabra pero menos que una mirada, las palabras mienten, las miradas no. No puedes ocultarlo que piensa tu alma, no puedes esconder lo que sientes…
Llorar. Esa palabra implica taaaantaaaas cosas. Cosas buenas. Cosas malas. Cosas tristes. Cosas alegres. Se puede llorar por tantos y, seguramente, cada cuál será más estúpido que el anterior. Hay cosas por las que no merece la pena llorar, aunque si lo piensas bien, nada es suficiente importante como para derramas lágrimas por ello. Todos sabemos que después de un hola viene un adiós, de un beso una bofetada, de la tristeza, la alegría y de la alegría la tristeza. Todos sabemos que después de la calma viene la tormenta, del rayo el trueno, de la vida la muerte y de la luz la oscuridad. Todos sabemos que, tras el principio, llega el fin. Pero, por alguna extraña razón, nos empeñamos en que todo sea perfecto, por eso lloramos. Si las personas no fuéramos tan idiotas, probablemente las lágrimas no existirían, tendríamos asumido que la vida no es un camino de rosas, que también hay espinas, todo sería más fácil, no gastaríamos fuerzas en algo tan insignificante como una lágrima porque, si os dais cuenta, después de llorar sientes como el cuerpo te pesa toneladas, como te duele respirar, como la garganta arde y los ojos escuecen.
Por eso, una vez y no más, por eso…Never cry.
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