Calisto: Melibea es mi señora, Melibea es mi dios, Melibea
es mi vida; yo su cautivo, yo su siervo.
Y así fue como perdí la cabeza, en un acto de amor apasionado en el que rendí culto a un ser humano.
Un dios cruel es el amor, un dios que no perdona y que no olvida, un dios, al fin y al cabo.
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