Intentad
volver al siglo XIII, a cómo vivían, a cómo eran sus vidas. Ahora tratad de
recrear un pequeño pueblo que comenzaba a crecer. Al hacerse cada vez más
grande, el pueblo necesitaba una iglesia nueva. Ahora pensad en el arquitecto
al que se le pidió que hiciera un edificio lo suficientemente grande como para
albergar a todo el pueblo…
Todos
participaban en la construcción de la Iglesia, todos ponían su granito de
arena, algo de dinero, comida, trabajo…todos querían que su iglesia fuera
hermosa, aunque no fuera la más grande de los pueblos vecinos, querían que
fuera la más bella, y casi lo lograron...
En una
noche de San Juan todos estaban reunidos frente a la Iglesia, que ya estaba
casi terminada, sólo faltaba terminar una de las torres y poner las campanas,
cuando una sombra apreció entre el fuego haciendo que todos callasen de pronto.
La sombra salió de entre las llamas transformándose en una mujer vieja y
arrugada de nariz ganchuda, ojos oscuros y el pelo largo y blanco recogido en
una trenza despeinada. Su sonrisa era tan maligna que parecía más bien una
mueca del diablo. Era Nevada, la bruja que vivía a las afueras del pueblo en
una vieja y destartalada casa. Nadie habló, pero todos la miraban asustados
mientras se sacudía la ceniza de la ropa.
Cuando
salió por completo, Nevada habló con una voz que más que humana parecía animal,
lanzando una maldición sobre la bella iglesia que tanto esfuerzo había costado
construir. La maldición decía que la iglesia nunca se terminaría, que
cualquiera que trata de colocar una sola piedra moriría violentamente. Todos
estaban en silencio y la contemplaban aterrados mientras ella reía y
desaparecía de nuevo entre las llamas, que no la quemaban, sino que la
envolvían suavemente.
Los
habitantes del pueblo no tuvieron más fiesta esa noche, todos se retiraron a
sus casas apesadumbrados, temiendo la amenaza de Nevada y esperando que con la
luz las cosas cambiase, pero no fue así. Al día siguiente alguien trató de
subir a terminar la torre, pero la mala suerte, o la maldición, hizo que el
hombre resbalará y se cayera, pero no murió en al instante, sino tres días
después tras haber sufrido lo indecible. La maldición era verdadera.
Tras esto,
ya nadie trató de terminar la torre, al menos no durante ese siglo, porque
posteriormente muchas personas han tratado de terminarla, terminando sus vidas
horriblemente…
Y la
leyenda no acaba aquí, sino que se dice que las almas de todos los pobres
desgraciados que han muerto siguen vagando por los alrededores de la iglesia,
tratando de terminarla y cayendo al vacío una y otra vez…